24/9/12

Cercas, un paseo por el lado salvaje

Cuando vi las fotos de aquellos quinquis muertos, algunos de los cuales podían haber sido mis vecinos, me pregunté: ‘¿Por qué ellos y no yo?’”. La cuestión se la plantea el escritor Javier Cercas una mañana de final de agosto en el Café Royal de Girona, mientras llueve copiosamente tras los vidrios del local de la plaza de la Independència.
La reflexión viene a cuento de su nueva novela, Las leyes de la frontera, que llega a las librerías el 26 de septiembre con un sonado lanzamiento de Editorial Mondadori. Una historia absorbente, a ratos dura y a ratos muy romántica, centrada en las relaciones de tres personajes: el Zarco, un quinqui atracador de bancos que tiene su momento de esplendor en los años 70 y primeros 80 y luego entra en un declive de cárcel y toxicomanías; el Gafitas, un estudiante que se acerca al Zarco en su adolescencia y luego, cuarentones ambos, vuelve a reencontrarlo como abogado, y Tere, la joven que bascula entre uno y otro, independiente, guapa y ceñuda, misteriosa hasta el final. El escenario es Girona, hoy pequeña joya urbana impecablemente restaurada que recibe cada año cientos de miles de turistas, pero que cuando arranca la acción de la novela es una destartalada ciudad de provincias que intenta sacar cabeza en el primer posfranquismo.
“¿Cómo surge la idea de Las leyes de la frontera? En primer lugar, porque yo vivía muy cerca de donde vive en la novela el Zarco, mi madre aún reside allí, ahora vengo de verla, y el paraguas que llevo es el que usaba mi padre”, explica el escritor. “Yo llegué a Girona desde Extremadura con mi familia cuando era muy pequeño, por razones económicos, como todos entonces, y nos instalamos en un barrio de inmigrantes de clase media, ya que mi padre era veterinario y teníamos un cierto estatus. Jugaba al baloncesto con los chicos del barrio, y un amigo me llevó un día a los albergues provisionales, creados en los 60 para acoger a inmigrantes sin recursos. Me impresionó la miseria que existía tan sólo a cien metros de donde nosotros vivíamos, simplemente cruzando el río Ter. De allí salieron muchachos como los quinquis de mi novela”.
Javier Cercas, nacido en Ibahernando (Cáceres) en 1962, es una de las figuras de primera línea de la literatura española actual. Su vida ha transcurrido entre la Girona de infancia y adolescencia, donde volvió más tarde como profesor; Barcelona, donde cursó estudios universitarios y reside actualmente, y EE.UU., donde dio clases durante un tiempo. Su novela del año 2001, Soldados de Salamina, inspirada en una peripecia del falangista Rafael Sánchez Mazas durante la guerra civil española, le cosechó incontables premios, fue elogiada por autores como Vargas Llosa, Coetzee o Susan Sontag y, traducida a los principales idiomas, le consagró internacionalmente. Tras otra novela, La velocidad de la luz (2005), que abordaba un episodio de la guerra de Vietnam, publicó en el año 2009 Anatomía de un instante, revisión narrativa del intento de golpe de Estado del 23-F de 1981. También ha sido muy traducida, galardonada y positivamente comentada por publicaciones de referencia como The New Yorker.
Para escribir Anatomía de un instante, Javier Cercas se había sumergido a fondo en los años de la transición. “Y me sorprendió constatar que, al otro lado de la política, tan predominante en aquella época, siempre aparecían los quinquis. Cogías la revista Interviú, por ejemplo, y al lado de los debates de la Constitución te surgía una historia de sus atracos. Los quinquis salían en la prensa y en el cine, parecía que estaban en todos lados, lo suyo fue un boom. Un tema que se explotó hasta la saciedad y luego se agotó instantáneamente”.
“Poco después de la publicación de Anatomía de un instante –continúa– apareció el libro de Carles Monguilod Vint-i-cinc anys i un dia. Monguilod es un abogado a quien yo conocía, y en la obra rememora sus vivencias como abogado de Juan Moreno Cuenca, el Vaquilla, que de joven había pasado una temporada en los albergues, y ya de mayor en la cárcel de Girona. Me impactó mucho”.
Sergio Vila-Sanjuán, publicat a La Vanguardia "Dominical" 23.09.12
Fotografies: Roser Vilallonga

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